Escolástica. Período de la
             [940]

 
   
 

     
 
      Tiempo de estudios y actividades de los siglos medievales (del XI al XIV) en el que la teología y filosofía medievales se desarrollaba con el impulso de grupos de pensadores que se denominaban escue­las, corrientes o estilos y eran afines en sus criterios y principios y también en sus métodos y razonamientos.
   Las escuelas comenzaron siendo lugares, clases, aulas, centros monacales o catedralicios a donde acudían los escolares o estudiantes. Luego se aplico el término escuela a los grupos afines de pensamiento que se enfrentaban entre sí en múltiples disputas y planteamientos y formaban "cierta comunidad intelectual" de ideas, de normas y de procedimientos semejantes.
   La aparición de las escuelas, y del mismo nombre, se puede fechar en ya en el siglo XI, con la alu­sión a los "Estudios generales", que pronto se denominaron "universales" (o universidades) en algunos lugares.
    En esos ambientes o contextos, los maestros enseñaban las artes y las ciencias, con frecuencia bajo el patrocinio y mecenazgo de reyes, nobles y señores protectores que colaboraban a la cultura.
   Se dotaba con bienes, títulos o dignidades a los que ejercían la docencia y se consideraba a los que la recibían como mejor preparados para ejercer determinadas funciones sociales: jueces, notarios, médicos, regidores, etc. El período de esa "escolástica", con su referencia central en la escuela o en la universidad, atravesó tres momentos específicos y con cierta homogeneidad interna y común en todos los países de Occidente.
   Se comenzó en los siglos IX y X por un tiempo de promoción de los saberes, agrupados en siete ciencias: el trivium (tres vías: retórica, dialéctica, gramáti­ca) y el cuadrivium (cuatro vías: arit­mética, geometría, astronomía, música). Pero luego se entró de lleno en el tiempo escolástico y "universitario":

   1. Período de iniciación: (XI y XII)

   Conoció multitud de centros culturales monacales y catedralicios que se realizaban por regla general en los "claustros" de las catedrales. La promoción de estas escuelas o estudios tuvo mucho que ver con la influencia cultural de las "madrazas" o lugares de estudio de las ciencias que los mahometanos establecieron en sus mezquitas.
   Sobresalieron centros como los de Char­tres, fundado en el siglo X por el Obispo Fulberto y llegado a su esplendor en el XII, con figuras como Juan de Salis­bury (1110-1180). También surgieron en abadías, como la de S. Víctor de París, en la que hubo figuras como la de Hugo de S. Víctor (1096-1141).
  Otros astros de este tiempo fueron S. Anselmo de Cantorbery (1033-1109), Pedro Abelardo (1079-1042) y S. Bernardo de Claraval (1096-1153).
   En estas "escuelas" se seguían métodos autoritarios: lectura (lectio) de las "Sentencias" (conjunto de formulaciones sobre temas varios), como las Pedro Lombardo, llamado "Maestro de las Sentencias". Se hacían comentarios y explicaciones (explicatio o explanatio) por los catedráticos (cátedra, silla en griego) y en ocasiones se discutía entre varios temas dispares o conflictivos (disputatio).
   Los escolares aprendían escuchando y ocasionalmente disertando ellos mis­mos. Los temas eran preferentemente teológicos, filosóficos y jurídicos. Pero pronto surgieron cátedras de astronomía, álgebra, medicina y hasta alquimia.

 

    2. Período cumbre: (XII y XIII)

   Se incrementó la función de las univer­sidades y se radicalizaron las posturas de las "escuelas". Se incrementaron los bienes y, desde los claustros, se pasó a edifi­cios propios para la docencia.
   Brillaron universidades como las de París en Filosofía, Sala­man­ca en Teolo­gía, Bolonia en Jurisprudencia, la de Salerno en Medicina. Junto a las Univer­sidades se organizan los "Cole­gios" como los de Juan Sorbón (La sor­bona) en París, Tomás Merton en Oxford, en Bolonia el de S. Clemente de los españo­les del cardenal Gil de Albornoz y en Salamanca el del Cardenal Anaya.
    Las Ordenes mendicantes se entregaron de lleno a las tareas universitarias y eso incrementó la unidireccionalidad de las escuelas, es decir las enseñanzas de escuelas regidas por las normas o consignas predominantes en una Orden o Congregación religiosa. Y ello significó el incremento de las disputas y la polarización en las líneas de cada "es­cuela".
     - Los franciscanos fueron "todos" pla­tónicos y agustinianos, como son Alejandro de Halles (1180-1245), San Buenaventura (1221-1274), Juan Duns Scoto (1266-1308)
     - Los dominicos se oponían al agusti­nismo y daban gran valor a la  sensorialidad aristotélica. Tendrían figuras de la talla de S. Alberto Magno (1206-1280) y Santo Tomás de Aquino (1224-1274).
     - Y otros grupos adoptaron también su línea propia, como la experimen­talista y sen­sorialista, que surgió en Inglaterra, con Roge­rio Bacón (1210-1292), docente franciscano de la Universidad de Oxford o la ecléctica y erudita que se desarrolló con Raimundo Lulio (1232-1314) en Mallorca y que tendió ya a divulgarse fuera ya de los ámbitos universitarios.

   

 

 

   

 

 

 

 

 

3. El siglo XIV

   Conoció la aurora del renacimiento, que tendía al individualis­mo, al regreso a los clásicos, a la auto­nomía del pensamiento, a la rebeldía contra la autoridad im­puesta al pensamiento por la jerarquía de una escuela, Orden o univer­sidad.
   Se llamó durante mucho tiempo a este período de escolás­tica decadente. Pero las figuras que surgieron nos fueron de segun­da línea. El pensamiento del fran­ciscano Guillermo de Ockam (1300-1356) y del dominico Juan Eckhart (1260-1327) fue creador y reflejo de un nuevo espíritu que apuntaba ya a un personalismo crítico y original.
    La influencia de la Escolástica se debió al espíritu de razonamiento sutil y al afán sistematizador de los docentes. El vigor de las Ordenes religiosas y la importancia que se concedió a la formación intelectual de sus miembros resultó una palanca poderosa y beneficiosa para el desarrollo de la ciencia y de la cultura.
    La Orden franciscana se orientó por un visión platóni­co-agustiniana y la domi­nica dio preferencia al estilo aristotélico.
    El hecho de que las autoridades determinaran una orientación prefijada a sus miembros condujo a garantizar el orden lógico, la formación sistemática, la solidaridad en las disputas, el pensamiento coherente en una misma dirección, incluso en las materias de libre opinión.
    El largo período escolástico tuvo una importancia pastoral y catequética decisiva en la historia de la Iglesia. Dejó en los pastores una profunda necesidad de razonar para poner la filosofía al servicio de la teología (Philosophia ancilla teologiae) y se multiplicaron los instrumen­tos pedagógicos como fueron las disputas en busca de la verdad, las sumas teológicas y filosóficas al servicios del orden lógico en las exposiciones, los manuales doctrinal que fueron verdade­ros catecismos elevados a la categoría de sistemas docentes, la escolarización de los saberes, la disciplina en los plantea­mientos y búsqueda de la reflexión como soporte de la fe.